Llevaba
toda la noche sin quitarse de la cabeza aquella fatídica conversación.
Se
sentía engañada pero a la vez sabía que ella no había echo nada para impedirlo.
Había
descuidado esa pequeña parte de su cabeza y por un momento creyó que ese
sentimiento había desaparecido pero esa conversación le hizo darse cuenta de
que para nada del mundo era así.
Su
habitación por momentos parecía hacerse más pequeña y la tristeza inundaba su
cuerpo.
Cuando
quiso darse cuenta llegaba tarde a trabajar.
Para
rematar parecía que esa mañana la gente estuviera cabreada con el mundo.
Que si
el café está frío, las tostadas están quemadas…
Noa
forzando la sonrisa intentaba no amargarse más de lo que estaba.
Faltaban
cinco minutos para terminar su turno y solo de pensar que vería a Kevin se le
hizo un nudo en el estómago.
¿Le
tendría que dar un beso? ¿Dos? ¿Un abrazo?
Cuando
lo vio aparecer por la esquina con una gran sonrisa en los labios esa tristeza
que le había acompañado casi todo el día se fue por completo.
Kevin
tenía un efecto en ella muy fuerte. Le hacía olvidar.
Sin
dudar la beso, como si le fuera la vida en ello.
Ella lo
abrazó y sintió que el mundo se detenía en sus pies.
Terminaron
de besarse y se miraron a los ojos.
-Eres
preciosa y besas muy bien.
- Lo
mismo digo, habrás practicado mucho.
- Me
sale así de bien contigo. Eres una princesa y a las princesas se las besa bien.
-
Jajaja que idiota.
-
Guapa.
- Bueno…
¿A dónde me vas a llevar?
- ¡Sorpresa!
- ¡Anda
ya! No me gustan las sorpresas…
- Pues
te van a tener que gustar. Vamos.
Con una
mueca de disgusto accedió y juntos fueron hacia donde Kevin tenía pensado.
Por
dentro estaba ansiosa por saber de qué se trataba pero por fuera intentaba
aparentar que no era así.
Cuando
llevaban un buen trozo de camino Kevin paró el coche a un lado y le tapo los
ojos a Noa , eso la hizo ponerle más nerviosa aún.
Pasados
diez minutos el coche se volvió a parar de nuevo y escuchó como Kevin salía del
coche y se disponía a ayudarla a salir.
Tambaleándose
y parándose por miedo a chocarse se agarraba cada vez más a él.
Anduvieron
un par de minutos que para ella se le hicieron eternos.
De repente
sintió como Kevin se colocaba detrás de ella y le susurraba en el oído:
-Esto
es para ti por que…
La
cinta se deslizo y el atardecer se reflejó en los ojos de Noa que al ver
aquello se quedo paralizada.
Estaban
en un descampado con las vistas más preciosas que había visto. Habían petalos
de distintas flores y rosas por todos los lados y en medio una caja de tamaño
mediano tirando a pequeño.
Pensó
en cómo podía haber echo eso y dejarlo ahí para ir a buscarla al trabajo y que
nada hubiera pasado.
-Es un
sitio poco frecuentado. Apenas viene nadie. Tranquila.
Noa no
podía pronunciar palabra, sólo lo miraba con los ojos brillantes.
Se
acordó de que él no había terminado la frase y quería que la terminase pero se
había quedado sin voz.
-Bueno
veo que no dices nada, no se si alegrarme o no. ¿Te gusta?
Ella
asintió con la cabeza sin dejar de mirarlo.
-Me
dejas más tranquilo, a mi estas cosas nunca se me han dado bien, es la primera
vez que hago esto.
- Es…
Esto es… Increíble… Eh… Eres increíble.
- Te
mereces esto y mucho más, por eso quiero que ahora abras esa caja que ves en
medio de los petalos.
Sin dudar
fue hacia la caja y la cogió.
Al
abrirla de poco le da un ataque.
En ella
había un colgante de swarovski en forma de corazón de color rojo y un anillo
con el corazón más pequeño a juego. Era precioso, delicado, dulce.
Se giró
y Kevin parecía un tómate. Por primera vez vio como él tenía vergüenza y eso
hizo que una sonrisa se dibujase en su rostro.
Se
acercó a él con paso decidido y sin decir palabra él le colocó el colgante y
antes de ponerle el pelo otra vez en su sitio le beso en la nuca.
Eso
hizo que se le erizara el bello de todo el cuerpo.
Con el
regalo puesto en ambos sitios se giró y le beso.
No
dudo, se abalanzó sobre él y le beso como nunca había besado a nadie.
La
apartó de repente con delicadeza.
-Antes
no he terminado la frase y me gustaría hacerlo.
- S… Si…
- Todo
esto, las vistas, los árboles, el mar, los edificios, el cielo, los pétalos y
este pequeño regalo es para ti, solo para ti, porque te mereces esto y más y
porque… Te quiero Noa.
El
corazón le dio un vuelvo cuando escucho esas palabras. Que bonita sensación el
sentirse querida, respetada y cuidada.
Los dos
se quedaron mirándose a los ojos y una lágrima nació en el ojos de Noa y
rápidamente se estampo contra el suelo dando comienzo a muchas más.
Al ver
eso Kevin la abrazo fuerte, como si la protegiera de algún mal.
Como si
fuera su tesoro más valioso, como si quisiera que el tiempo no pasara nunca.
La
noche siguió su curso, y Noa se sorprendió al ver que Kevin había traído una
lamparita para dar luz a ese oscuro sitio.
Sentados
y abrazados miraron como poco a poco se encendían las luces de todo el paisaje,
era abrumador, ahí arriba parecían los reyes del mundo.
Cuando
ya era tarde, lo suficiente como para irse ya que mañana tenía que madrugar
recogieron y se fueron de ese maravilloso lugar.
Apenas
se habían besado, sólo habían contemplado abrazados ese bonito paisaje, sin
pronunciar palabra, como si todo estuviera hablado y solo bastara el calor de
un cuerpo a otro.
Al
llegar a casa parecía que estuviera flotando, estaba feliz y no dudo en hacérselo
notar a sus padres que juntos se reían de la sonrisa boba que tenía su hija en
la cara.
Cenó
con ellos mientras comentaba su penoso día en el bar, ridiculizando a los
clientes amargados y delicados.
Terminada
la cena se despidió y subió a su habitación, iba directa a la cama, no pensaba
conectarse hoy, estaba cansada de no haber dormido la noche anterior y deseaba
llegar a la cama para tumbarse y con los ojos cerrados repetir esa tarde/noche
maravillosa que había pasado con Kevin.
Cuando
fue a ponerle la alarma en el teléfono se dio cuenta de que casi en todo el día
no le había prestado caso. Al subir al coche lo había puesto en silencio y sin
vibración y no se había dado cuenta de que tenía un par de llamadas pedidas y
un mensaje.
Las
llamadas perdidas eran de su madre, había olvidado decirle que llegaría tarde
pero eso ya estaba solucionado.
Al
abrir el mensaje su cara pasó de ser feliz a ser seria.
Era Leon,
en el mensaje ponía:
“Tenemos
que hablar, es urgente.”
Noa
pensó que sería cualquier cosa de su “amiguita” y sin dudarlo borró el mensaje
sin dar a su mente oportunidad de pensar en algo más, en si sería algo
referente a ella o no.
Puso la
alarma y se tumbó en su cama agarrando su nuevo colgante en forma de corazón, apartando a Leon y su mensaje de sus
pensamientos y a dormir mientras en su mente se repetía todo el rato el
rostro de Kevin diciéndole que la quería.
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